Between Scylla and Charybdis...

what will you choose?

Dante trabaja de enfermero en Heavenly Harvest desde hace casi 4 años. Es un antiguo alumno de la clase Caín que no dejó la institución al graduarse, sino que se quedó trabajando en ella. En un inicio realizaba trabajos varios, principalmente como limpiador, hasta que consiguió su puesto actual.A pesar de su personalidad seca y sarcástica, no trata mal a los niños mientras no le den motivos para ello, aunque sí muestra una obvia preferencia por los de Caín. De hecho, está muy comprometido con su trabajo: no dejará a ningún alumno que realmente lo necesite sin atender, sin importar la hora. Por eso no es de extrañar verle algunos días con cara de no haber dormido mucho.

Esta es una historia de amor. Amor, en cualquiera de sus formas. Amor, y la carencia de este. Sobre todo la carencia de este.

Dante no lo recuerda, pero sus primeros años de vida los pasó con su madre. Su rostro es un misterio para él, pero trazas de su sonrisa se filtran a veces en sus sueños. Los mismos sueños que le susurran que aquella sonrisa congelada en el tiempo era una de alivio al encontrar, de forma voluntaria, el dulce abrazo de la muerte. Tampoco recuerda los días que se pasó conviviendo con el cadáver, demasiado pequeño para entender qué había pasado, hasta que alguien se dio cuenta.Lo que Dante sí recuerda, desde que tiene capacidad de hacerlo, es ir pasando de mano en mano, más como un objeto que como un ser humano. Recuerda ir creciendo en un mundo movido por las drogas, el dinero, el poder. Recuerda ser vendido y usado de mil formas. Recuerda el sabor de la bilis en la boca y la sensación de manos ajenas en su piel. Recuerda la presión de esconder la mercancía bajo su ropa. Recuerda la dureza del suelo cuando le era negado un colchón para descansar. Recuerda bajar la cabeza y aceptar la violencia, hasta que el miedo le hizo reaccionar. Recuerda la sangre en las manos y correr, correr, correr. Recuerda pasarse semanas en la calle, hasta que el hambre y el frío le hicieron rendirse.Y recuerda llegar a Heavenly Harvest.Incluso un lugar que puede ser el infierno en la tierra le pareció un refugio. Ya sabía lo que era ser vendido, golpeado, usado y tocado por manos violentas y egoístas. Pero si se comportaba, no tenía que pasar hambre, ni frío, ni dormir en el suelo o a la intemperie. Podía simplemente permanecer en un sitio. Podía tener un hogar.No esperaba encontrar, también, el amor que nunca había tenido. Lo encontró en la cercanía de otros estudiantes de su clase. Lo encontró en la preocupación y la amabilidad de algunos trabajadores. Decían que debía encontrarlo en Dios, también, pero eso no lo hizo nunca. No importaba, sin embargo, porque su corazón parecía abrirse poco a poco a aquellos a su alrededor. Era irónico, porque cuanto más se permitía amar, más dolía todo aquello con lo que siempre había vivido. Más le costaba seguir acatando sin protestas, sin revuelos.Quizás amar fue el problema, porque amó a alguien en especial. Amó a alguien y a las promesas de lo que sería su vida juntos una vez salieran de allí. Amó a alguien que no sabía bajar la cabeza y ser paciente el tiempo que aún les quedaba sin marchitarse por dentro. Amó hasta el punto de considerarle la extensión de su propio corazón. Por eso, el día que le perdió, fue perder una parte de sí. Nadie pudo impedir que su conducta cambiase. Que luchase con uñas y dientes contra el sitio que le había quitado lo que más quería. Que buscase como castigo a sus erráticos actos el mismo destino, porque prefería morir también que ser dejado atrás. Pero amar siempre fue el problema, y el amor y la paciencia de otros le hicieron abandonar aquel ciclo y volver a aceptar su hogar, pero ahora con un renovado cansancio que nunca se iba. Era como si ya no hubiese uñas ni dientes con los que luchar. No había motivos, tampoco.Dante nunca tuvo mucho, pero lo poco que tenía estaba allí. Por eso, cuando su mayoría de edad llegó no mucho después, volvía a ser el niño que llegó a aquel lugar tantos años atrás: resignado ante las crueldades y aliviado de tener un lugar al que pertenecer, por horrible que fuese.Al menos allí, al cargo del cuidado de los niños, su existencia tiene cierto sentido. Si otros le necesitan, su vida tiene una justificación. Aunque no lo admita, aún puede sentirse un poco querido.

En construcción...

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